Gracias al Atacama Large Millimeter / submillimeter Array (ALMA) investigadores descubrieron un viento galáctico titánico impulsado por un agujero negro supermasivo hace 13.100 millones de años. Este es el ejemplo más antiguo observado de tal viento hasta la fecha y es una señal reveladora de que los enormes agujeros negros tienen un efecto profundo en el crecimiento de las galaxias desde la historia más temprana del Universo.
En el centro de muchas galaxias grandes se esconde un agujero negro supermasivo que es de millones a miles de millones de veces más masivo que el Sol. Curiosamente, la masa del agujero negro es aproximadamente proporcional a la masa de la región central (abultamiento) de la galaxia en el Universo cercano. A primera vista, esto puede parecer obvio, pero en realidad es muy extraño. La razón es que los tamaños de las galaxias y los agujeros negros difieren en unos diez órdenes de magnitud. Basándose en esta relación proporcional entre las masas de dos objetos que son tan diferentes en tamaño, los astrónomos creen que las galaxias y los agujeros negros crecieron y evolucionaron juntos (coevolución) a través de algún tipo de interacción física.
Un viento galáctico puede proporcionar este tipo de interacción física entre los agujeros negros y las galaxias. Un agujero negro supermasivo se traga una gran cantidad de materia. A medida que esa materia comienza a moverse a alta velocidad debido a la gravedad del agujero negro, emite una energía intensa, que puede empujar la materia circundante hacia afuera. Así es como se crea el viento galáctico.