Aunque sigue siendo baja la probabilidad, la agencia espacial norteamericana indica que este cuerpo podría chocar contra nosotros el 24 de septiembre de 2182.

La NASA ofreció el miércoles una rueda de prensa para actualizar los datos de Bennu, un asteroide de 500 metros de diámetro que será “potencialmente peligroso” para la Tierra hasta el año 2300. La misión OSIRIS-REx de la NASA ha conseguido predecir la trayectoria de Bennu durante los próximos siglos, con una precisión de 2 metros, y ha estimado que en 2135 el asteroide pasará más cerca de nuestro planeta que la propia Luna, aunque la probabilidad de impacto es “extremadamente pequeña”.

 

 

Sin embargo, será algo más elevada de lo que se pensaba anteriormente, según un nuevo estudio publicado recientemente en la revista científica Icarus en el que se ha calculado con más exactitud la trayectoria del asteroide. Aun así, Davide Farnocchia, científico del Jet Propulsion Laboratory de la NASA y autor principal del estudio, aseguró que “no es un cambio significativo”. “De hecho, ahora tenemos un conocimiento mucho mayor de la trayectoria de Bennu y podemos restringir mejor cuáles son las posibles vías de impacto. Creo que, en general, la situación ha mejorado y no estoy más preocupado que antes”, añadió.

 

 

La probabilidad del impacto

Aunque la NASA insiste en que Bennu “no representará un peligro para nuestro planeta”, los científicos trabajan para conocer su trayectoria exacta durante el encuentro con nuestro planeta “para predecir cómo la gravedad de la Tierra alterará la trayectoria del asteroide alrededor del Sol y afectará al peligro de impacto”.

 

 

Utilizando la Red de Espacio Profundo de la NASA y modelos de computadora de última generación, los expertos determinaron que la posibilidad de impacto hasta el año 2300 es de aproximadamente 1 entre 1.750, es decir un 0,057%. En concreto, el punto de máximo riesgo en un solo día será el 24 de septiembre del año 2182, con cuando la probabilidad será de 1 entre 2.700, un 0,037%.

 

La colisión con este cuerpo celeste no bastaría para provocar la extinción general de la vida en el planeta, pero sí podría causar una gran devastación. “Por regla general, se puede decir que el tamaño de un cráter será de 10 a 20 veces el tamaño del objeto”, precisó Lindley Johnson, oficial de defensa planetaria de la NASA. “Un objeto con un tamaño de medio kilómetro creará un cráter de al menos 5, y puede que hasta 10 kilómetros de diámetro. Pero el área afectada sería extensa, hasta 100 veces el tamaño del cráter”, puntualizó.

 

 

¿Cómo evitar los choques con asteroides?

Para evitar que esto ocurra, la NASA ha anunciado la misión DART (Double Asteroid Redirection), con la que pretende diseñar una nave de media tonelada que pueda cambiar la trayectoria de los asteroides al impactar contra ellos o contra una de sus lunas. Está previsto que su primera misión se produzca a finales de este año o principios del próximo para modificar la trayectoria del asteroide Didymos, de forma que pueda probar su eficacia contra los cuerpos celestes que puedan amenazar a nuestro planeta en el futuro.

 

 

El sobrevuelo en 2135, clave para 2182

Para tener una mejor idea de cómo se desarrollaría el encuentro de 2135, los investigadores dirigidos por Davide Farnocchia, del JPL, analizaron esos datos y la nueva información recogida por la sonda. Con OSIRIS-REx y sus instrumentos de búsqueda tan cerca de Bennu, los investigadores pudieron precisar su órbita a unos pocos metros. Pero para calcular su trayectoria futura, tuvieron que considerar el arrastre del asteroide por del viento solar y el efecto gravitacional de 343 rocas cercanas y otros cuerpos. Y también tuvieron que estimar el impacto del efecto Yarkovsky, una pequeña cantidad de empuje causado cuando el lado de un asteroide que mira hacia el Sol se calienta y luego, después de haber girado, emite fotones térmicos en una dirección diferente. Farnocchia dice que esta fuerza es aproximadamente la misma que ejerce sobre un plato el peso de tres uvas.

 

 

Con estos datos, los investigadores pudieron eliminar casi todos los ojos de cerradura posibles por los que podría pasar Bennu en 2135, pero aún quedan dos con catastróficas posibilidades. Con ese conocimiento, pudieron marcar el 24 de septiembre de 2182 como el día de mayor riesgo para la Tierra. «En 2135, lo sabremos con certeza», afirma Farnocchia, ya que Bennu estará lo suficientemente cerca para rastrear con un radar terrestre y trazar su futuro camino.

 

 

Los nuevos resultados de la NASA «son definitivamente significativos, ya que el efecto Yarkovsky es a menudo la mayor fuente de incertidumbre restante sobre la predicción de la órbita y si un objeto cercano a la Tierra tendrá algún encuentro cercano con la Tierra en el futuro», explica el astrónomo Tim Lister, del Observatorio Las Cumbres. «Esto, a su vez, permite que las predicciones de la trayectoria futura de Bennu durante sus futuros encuentros cercanos con la Tierra sean mucho más precisas, reduciendo considerablemente la incertidumbre sobre la distancia perdida en el encuentro terrestre de 2135».