El 8 de abril pasado, México, Estados Unidos y Canadá presenciaron un eclipse solar total, mientras que la NASA enviaba tres cohetes al espacio. El propósito de la misión era observar cómo la repentina caída de la luz sobre una parte del planeta afectaba a la capa de aire de la Tierra (la ionosfera). Esta capa se encuentra entre la atmósfera superior e inferior del planeta, a una altitud de aproximadamente 90 a 500 kilómetros sobre la Tierra.
La ciencia sabía que la transición del día a la noche causaba descensos en las temperaturas, además de alterar los comportamientos de los animales. Sin embargo, aún no se sabía cómo afectaban a esta capa los breves momentos de oscuridad.
Normalmente, la radiación ultravioleta del sol arranca electrones de los átomos, lo cual forma partículas cargadas eléctricamente que hinchan la atmósfera superior. Luego del atardecer regresa a su estado, pues los iones se vuelven a combinar en átomos neutros que vuelven a ser arrancados cuando amanece.
En un comunicado reciente de la NASA, Aroh Barjatya, profesor de ingeniería y física en la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, afirmó: "Es una región electrificada que refleja y refracta señales de radio y también afecta las comunicaciones por satélite a medida que pasan las señales. Comprender la ionosfera y desarrollar modelos que nos ayuden a predecir perturbaciones es crucial para garantizar que nuestro mundo, cada vez más dependiente de las comunicaciones, funcione sin problemas".
Los cohetes fueron lanzados 45 minutos antes, durante y 45 minutos después del eclipse desde las instalaciones de Wallops de la NASA, en el estado de Virginia. En un artículo de la NASA publicado el año pasado, Barjatya explicó que al imaginar "la ionosfera como un estanque con algunas suaves ondas, el eclipse es como una lancha a motor que de repente atraviesa el agua. Crea una estela inmediatamente debajo y detrás de él, y luego el nivel del agua sube momentáneamente a medida que vuelve a entrar".
Los mismos investigadores realizaron un experimento similar el año pasado en el eclipse solar parcial que hubo en octubre, en el que la luna bloqueó un 90 % de la luz del sol. Con ese experimento encontraron que la caída de la luz provocó perturbaciones tales que afectaron la comunicación por radio y satélite, por lo que evidenciaron una necesidad de mejorarlas.
En el comunicado Barjatya afirmó que están “muy emocionados de relanzar [los cohetes] durante el eclipse total, para ver si las perturbaciones comienzan a la misma altitud y si su magnitud y escala siguen siendo las mismas”.