En Julio de 2013, el astronauta Luca Parmitano se enfrentó a ese dramático escenario mientras realizaba una caminata espacial fuera de la Estación Espacial Internacional. Parmitano estaba llevando a cabo una Actividad Extravehicular (EVA) planeada para durar seis horas, cuando notó que se acumulaba agua dentro de su casco. Durante 23 minutos completos, permaneció fuera de la EEI mientras el líquido seguía acumulándose y moviéndose dentro de su casco. Para cuando consiguió entrar en la estación, el agua le había llegado a los ojos, la nariz y la boca.
"A medida que retrocedo por mi ruta hacia la esclusa de aire, me siento cada vez más seguro de que el agua está aumentando", escribió Parmitano sobre la experiencia en su blog de la Agencia Espacial Europea. "Siento que cubre la esponja de mis auriculares y me pregunto si perderé el contacto de audio. El agua también ha cubierto casi por completo la parte delantera de mi visera, pegándose a ella y oscureciendo mi visión", comenta Parmitano recordando este dramático episodio.
Se dio cuenta de que para volver tendría que hacerlo dándose la vuelta y volver boca abajo, si no quería morir ahogado.
Incapaz de ver, se desorientó y no sabía si sabría regresar a la seguridad de la esclusa de aire. Su visión estaba tan comprometida que ni siquiera podía ver las manijas del exterior de la estación espacial que se utilizan para moverse en los EVA. Tampoco escuchaba la radio. Tanteó el camino a lo largo del cable hacia la esclusa de aire, deseando salir de esta.
Y, afortunadamente, se las arregló para volver a la esclusa de aire, donde esperó con los ojos cerrados. No había escuchado ninguna instrucción de la NASA. De pronto, sintió a Chris Cassidy entrando en la esclusa de aire y cerrando la puerta.
Sintió a Cassidy apretando su guante para tranquilizarlo. Pudo, al fin, quitarse el casco. Estaba a salvo.
Las investigaciones sobre el incidente revelaron que la contaminación había obstruido los filtros de su traje, lo que provocó la acumulación de líquido.💧