Cuando pensamos en la conquista del espacio, es fácil imaginar cohetes despegando, banderas plantadas y astronautas flotando en gravedad cero. Pero rara vez pensamos en algo más terrenal (y necesario): ir al baño. Entre 1969 y 1972, los astronautas del programa Apolo caminaron sobre la superficie lunar… y también hicieron sus necesidades allí. Literalmente.

 

El concurso trata de encontrar

 

En total, dejaron 96 bolsas con desechos humanos: heces, orina y vómito. Todo esto sigue en la Luna, intacto, congelado por las condiciones extremas del satélite. ¿El motivo? Los astronautas necesitaban aligerar la nave para poder traer muestras lunares de vuelta a la Tierra. Así que tomaron una decisión lógica (aunque asquerosa): dejar su basura biológica allá arriba.

Hoy, más de 50 años después, la NASA ha decidido enfrentar esta realidad de frente. No solo por una cuestión de limpieza, sino porque se acerca una nueva era de exploración lunar con el programa Artemis, y esta vez, los viajes no serán de unos días, sino potencialmente de meses o incluso años. Esto cambia totalmente el juego en cuanto a sostenibilidad.

Un reto de ciencia espacial… y biológica

Para resolver este desafío, la NASA lanzó el Lunar Loo Challenge (también conocido como el Waste to Base Challenge: Sustainable Reprocessing in Space), en colaboración con el programa Centennial Challenges. ¿El objetivo? Desarrollar tecnologías que permitan procesar y reciclar los desechos humanos en la Luna y convertirlos en recursos útiles como agua, energía o fertilizantes.

Y sí, hay 3 millones de dólares en premios para las mejores ideas.

La competencia está dividida en dos fases:

Fase 1 (cerró el 31 de marzo de 2025):

Los participantes presentaron ideas a través de “gemelos digitales” (modelos virtuales de simulación) y prototipos físicos. Esta etapa ya terminó y pronto se anunciarán los ganadores que recibirán un millón de dólares.

Fase 2 (próximamente):

Los proyectos más prometedores pasarán a esta fase, donde se espera que los equipos desarrollen prototipos funcionales. Aquí se repartirán los 2 millones de dólares restantes.

¿Por qué importa esto?

Porque el futuro de la exploración espacial depende de soluciones sostenibles. Cada kilo que se lanza al espacio cuesta miles (o decenas de miles) de dólares. Llevar agua limpia, oxígeno o herramientas desde la Tierra es costoso y poco práctico. Por eso, la NASA apuesta por un enfoque circular: si puedes convertir desechos en recursos útiles en la Luna, puedes vivir allí más tiempo

Además, desarrollar esta tecnología no solo tiene beneficios espaciales. También podría revolucionar la forma en la que tratamos los residuos aquí en la Tierra, especialmente en comunidades remotas o afectadas por desastres naturales.

Ciencia lunar con impacto terrestre

Más allá de lo curioso que resulta saber que hay casi un centenar de “bolsas de popó” abandonadas en la Luna, este reto pone sobre la mesa temas fundamentales: sostenibilidad, innovación, bioingeniería y tecnología aplicada a problemas reales. Y no solo en el espacio.

¿Te imaginas un sistema compacto que transforme desechos humanos en combustible o nutrientes y que puedas instalar en zonas sin acceso a saneamiento? Es un sueño que puede comenzar en la Luna… pero terminar ayudando a millones de personas aquí.

¿Quién puede participar?

Aunque la primera fase ya cerró, este tipo de retos (conocidos como open innovation challenges) suelen abrirse a una amplia gama de participantes: universidades, startups, makers, ingenieros, biólogos, diseñadores industriales… No necesitas ser astronauta ni trabajar en la NASA. Solo necesitas una idea poderosa, un buen equipo y muchas ganas de resolver problemas complejos.

Hacia una Luna limpia… y habitable

La Luna se está preparando para recibir a nuevos visitantes. Pero esta vez, no vamos a dejar basura. Vamos a construir una presencia sostenible, que respete el entorno y aproveche cada recurso disponible.

Este tipo de iniciativas marcan el camino hacia una nueva era: no solo conquistar el espacio, sino habitarlo con responsabilidad.

Así que la próxima vez que mires la Luna, recuerda: allá arriba hay 96 bolsas con caca… y quizás, una oportunidad para que tú o tu equipo inventen la solución que nos permita reciclarla y convertirla en algo útil.