Por primera vez la humanidad pudo observar el espectacular fenómeno conocido como huracán espacial, que se presenta en la parte superior de la atmósfera de la Tierra.

Un grupo de investigadores realizó la primera observación de un huracán espacial, lo que confirma su existencia después de que se había teorizado desde hace varios años.

 

 

El grupo de investigación del profesor Zhang Qinghe, de la Facultad de Ciencias Espaciales y Física del Instituto de Ciencias Espaciales de la Universidad de Shandong, publicó su hallazgo titulado “Un huracán espacial sobre la ionosfera polar de la Tierra” en la revista Nature Communications.

Un huracán de electrones y no de agua

 

 

Los huracanes espaciales son similares a los terrestres que suceden en la atmósfera baja, pero a diferencia de estos están compuestos de plasma.

Los científicos describieron al huracán espacial como un remolino de plasma de cerca de mil kilómetros de ancho ubicado a una altura de cientos de kilómetros.

El plasma es un gas en el que, debido a fuertes colisiones a alta temperatura, los átomos se rompen y los electrones negativos e iones positivos se mueven libremente.

 

                                                               

 

El equipo de científicos encontró un punto parecido a un ciclón enorme y que duró alrededor de ocho horas con un diámetro de más de mil km, con múltiples brazos y una tendencia de rotación en sentido antihorario alrededor del polo norte magnético a partir de cuatro observaciones de satélites.

La investigación señala que el huracán espacial se caracteriza por una estructura en espiral con múltiples brazos porque precipita electrones en lugar de agua, una fuerte circulación de plasma con flujo horizontal cero en el centro, y un flujo de energía enorme y veloz hacia la ionosfera polar.

 

 

Los científicos creen que la presencia de plasma y de campos magnéticos puede verse en la atmósfera de otros planetas en el universo, por lo que los huracanes espaciales podrían ser un fenómeno común en la Tierra.

Este estudio ayudará a comprender mejor las interacciones entre el viento solar, la magnetosfera y la ionosfera en condiciones de baja actividad geomagnética.